domingo, 27 de enero de 2013

Había una vez una crisis draugr...

   En esta entrada os narraré el epitafio del pueblo de Gunjar, Ingol. Nuestro explorador marchaba por la estepa de Skyrim hacia Ingol con su amigo Faendal, que quería ver el pueblo natal de Gunjar. Durante el largo viaje, tuvieron qu parar a descansar muchas veces, ya que Faendal era ya mayor, tendría aproximadamete 300 años. Sí, los elfos viven mucho más que el resto de razas.
    Descansaron una vez en una posada alejada del resto de la población. Allí no paraba absolutamente nadie. Abrieron la puerta de la posada y se encontraron con un argoniano (Humano con forma de lagarto que puede respirar bajo el agua y son inmunes a la mayoría de venenos) que estaba tirado en el suelo con una gran botella de aguamiel. Gunjar y Faendal llegaron a la misma conclusión que todos vosotros, el argoniano llevaba una mierda impresionante. Faendal dijo a Gunjar que mejor sería dejarle en suelo y buscar al tabernero para que haga algo. Tras 5 minutos de búsqueda por la posada, no encontraron a nadie más, por lo que dedujeron que aquel borracho era el tabernero, que no pudo aguantar la tentación de beber, ya que ni un alma se dignaba a entrar en su cochanbrosa taberna repleta de telarañas y ratas. Gunjar cogió al argoniano y sentó en una cama que había en una de las habitaciones de la posada e intentaron despertarle. El argoniano abrió los ojos lentamente:
   -Estoy bien, estoy bien. Hagan el favor de dejarme dormir un poco más - dijo el argoniano-
   -Despierte de una vez lagarto y dinos que haces aquí solo y borracho - dijo Gunjar.
   -Ten un poco más de respeto con el pobre hereje del alcohol - le replicó Faendal a Gunjar tras su falta de respeto.
   -No importa amigos. Estoy acostumbrado a que me insulten y desprecien. Sobretodo tras lo de la cima Valandriel.
   - ¿Cima Valandriel? ¿Qué es eso? - dijeron los dos al unísono
   - ¿No lo sabeis? Pues entonces os lo contaré: Desde que soy joven siempre me ha gustado la exploración y las ruinas nórdicas. Asi que un día subí a esta antigua ruina nórdica llamada desde mucho tiempo Cima Valandriel y me adentré hasta el fondo del todo. En una pequeña sala del fondo me encontré con ente peculiar objeto - dijo mientras se metía la mano en su pantalón y sacó una pequeña gema perfecta - Cuando la cogí, le oyó un estruendo en toda la ruina. Esta piedra creo que es la parte principal un extraño conjuro. La guardé deprisa en el bolsillo y salí disparado de aquel horrendo lugar y me dirigí hacia mi posada. En el camino me encontré con varios borrachos típicos de mi taberna, los cuales siempre se reían de mi por mi afán de explorador. Les enseñé el objeto que encontré y ellos se quedaron estupefactos y se fueron corrindo de allí. Desde entonces, la gente de Hinfilgar, pueblo al que pertenecían los borrachos, se vio inmersa en combates contra espeluznantes seres que provenían de la Cima Valandriel y todos me hecharon a mi la culpa de todo.
   - Es que tienes la culpa de todo. El hechizo que había en Valandriel, era un conjuro hipnótico que mantenía a los draugr dormidos, al retirar la gema les despertaste de su letargo milenario. - dijo Faendal dandoselas de erudito.
   - Pero no todo acaba aquí - prosiguió el argoniano - Hinfilgar fue destruído y la orda de eso que tu llamas draugr, se dirige hacia otro pueblo más pequeño llamado... Maldita sea, no lo recuerdo-
   - ¡Ingol! - gritó Gunjar - ¡Tenemos que hacer algo!
   - Yo creo que solo hay dos opciones, o devolver la gema al lugar que debe o matar a todos esos seres, y esos seres son más de 200. - comentó el argoniano.
   - No hay tiempo que perder, ¡vayamos a Valandriel de una vez a acabar con esto!
   Los tres salieron de la taberna y fueron corriendo hasta la cima Valandriel, guiados por el argoniano beodo. Al llegar allí, todo estaba más destruido de lo que ya de por sí estaba una ruina nórdica. Se adentraron lentamente por la puerta y cruzaron pasadizos y laberintos que el lagarto se conocía bien. Por el camino veían tumbas abiertas, ratas del tamaño de una cabra y muchos más seres repulsivos e infectos. Mataron varios draugr que quedaban rezagados y llegaron a la cámara en la que debería estar la gema. Alli se encontraron un draugr de espaldas y era una mujer. Una mujer que debió ser guerrera hace ya más de 400 años. Faendal le atravesó con una de sus flechas y este cayó redondo al suelo. Pasaba algo raro en ese draugr, algo que les llamó la atención a todos y que no era normal en aquella época: El draugr era un travestido. Tenía más barba que todos ellos juntos. Tras lo que para ellos era semejante aberración, colocaron la gema y salieron corriendo del lugar.
   Obligaron al argoniano a acompañarles en busca del resto de draugr y en su camino vieron Hinfilgar totalmente en ruinas y un poco más adelante tambien Ingol, llameante y lleno de cadáveres.
No habían llegado a tiempo. Todo era caos. Gunjar no pudo contener las lágrimas de ver su pueblo destruido por asquerosos seres, asi que se giró, miró al argoniano fijamente y dijo: Me cago en tu puta madre. Sin dar tiempo a que el argoniano respondiera, Gunjar armó el arco y le atravesó la cabeza de un flechazo. Faendal agachó la cabeza y no dijo absolutamente nada, por si acaso el se llevaba otra flecha.
   Siguieron caminando vieron a todos los draugr tirados en el suelo. Se debían de haber dormido de nuevo tras colocar la gema en su sitio. Uno a uno Faendal y Gunjar les clavaban en la cabeza una daga, para que nunca más se volvieran a despertar.
   Aquí acaba la historia de Ingol como pueblo. Tras los años, los bandidos levantaron murallas en sus alrededores y viven dentro de las ruinas. Por eso ahora es el Fuerte Ingol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario